Si bien se sabe que la leche materna es un gran alimento para el bebé en su primer año de vida ya que le proporciona todos los nutrientes, suplementos y vitaminas que necesita, también es muy importante en su desarrollo motor y cognitivo.
Cuando nuestro pequeño nace tiene unos reflejos propios que le ayudan a adaptarse al entorno tales como el reflejo de moro, reflejo de succión, reflejo de sobresalto, reflejo de marcha, reflejo de galant, reflejo de prensión, reflejo de búsqueda y muchos más; los cuales inician desde su primer día de vida y se van transformando mes a mes. Cada uno de estos reflejos le ayuda en su crecimiento y desarrollo y a su alimentación.
Cuando alimentamos a nuestro bebé con el pecho, de manera instintiva buscará el pezón y lo meterá a su boca para succionar y extraer la leche. Poco a poco, nuestro bebe se irá incorporando posturalmente mes tras mes para fortalecer este lazo tan especial con la mamá.
Al incorporar los reflejos y desarrollar mayor control y tono muscular en su boquita por succión, le estaremos estimulando los músculos que intervienen en su lenguaje como lengua, mejillas, respiración y otros. Le será más fácil emitir sonidos y palabras, aunque aquí también infiere si papá y mamá interactúan, hablarle, cantar, jugar y divertirse con nuestro pequeño explorando, le proporcionará confianza, vocabulario y ejemplos comunicativos para que él inicie su desarrollo del lenguaje.
La lactancia materna es un lazo maravilloso entre mamá y bebé pero también hay que involucrar a papá. Alimentar al bebé no es cuestión solo de la mamá sino también del papá, proporcionar alimentos y poder ayudar con el biberón a saciar el hambre del bebe es un lazo muy bonito que papá disfrutará muchísimo.
Si bien no todo es color rosa y hay incomodidades en este proceso y frustraciones, recuerda que mamá y papá son un gran equipo y juntos lograrán una adecuada crianza para ese pequeño ser de amor que está listo para aprender y explorar el mundo.
Viviana Castro
Fonoaudióloga
@dra.vivianac